Año 14, Número 179.
El libro Cuentos, de José María Roa Bárcena, se encuentra en la Biblioteca Hugo Gutiérrez Vega con la clasificación 863.4 ROA 2013
Melisa Munguía
Cuentos, de José María Roa Bárcena, es una recopilación publicada en 2013 que, a partir del primer volumen de sus Obras, reúne los cuentos escritos por el autor durante la segunda mitad del siglo XIX. Es aceptable reconocer que, en un principio, eran cuentos dirigidos a la población mexicana del mismo siglo, pero esta recopilación tiene como público objetivo a cualquiera que esté interesado en la tradición literaria del cuento mexicano en sus inicios.
José María Roa Bárcena nació en Xalapa, Veracruz y fue un escritor que creó historias a partir de leyendas tradicionales o anécdotas comunes. Su estilo se caracterizó por un gran apego a las reglas narrativas del momento, que casi siempre eran elegantes y reflejaban la cultura del escritor. No obstante, su versatilidad narrativa hace que sus textos nos transporten a las novelas de caballería o nos envuelvan en un ambiente misterioso y sobrenatural, a placer.
A finales del siglo XIX, años en los que la política mexicana era una burla ─algo que parece permanente─ Roa Bárcenas plasma el imaginario social en todo lo que escribe. Encontramos el mal estado de las calles de Puebla, por ejemplo; la negligencia del pueblo hacia un individuo que se dejó llevar por el vicio, el abandono, la traición. Además, nos enfrentamos a aparecidos y caballos que nos revelan lo sobrenatural, la nostalgia y la inestabilidad política, económica y social que parece no tener fin.
En Cuentos nos encontramos con narraciones que van desde un intercambio de cuerpos y personalidades en “El rey y el bufón”, la indecisión de un hombre importante en “Buondelmonti», hasta una especie de Decamerón corto con “Noche al raso (manuscrito hallado entre papeles viejos)”. Nos sorprende después “Lanchitas”, que deja caer frente a nosotros un cuerpo putrefacto y un alma sedienta de redención. Finaliza con “Combates en el aire”, el cuento es sobre embestidas aéreas que desmoronan nubes de nostalgia.
El primer cuento, evidentemente influenciado por la tradición europea y las referencias clásicas, es “El rey y el bufón”. Si bien Roa Bárcena buscaba crear una nueva narrativa, no puede dejar de lado su conservadurismo y se ve reflejado en el adoctrinamiento sutil de su discurso. A primera vista, pensaríamos que exalta la humildad y los valores propios de la época. Sin embargo, no podemos dejarnos llevar por aquello que está a primera vista; este aparente moralismo puede ser otra de sus jugadas. Roa Bárcena, como otros escritores de su tiempo, no dudaba en lanzar verdades sagaces acerca de la sociedad. Es específicamente en este cuento que advierte la influencia de Swift y Sterne. Menciona además a Dickens y a Cervantes y muestra su atención por el público gentil que goza de buen humor ─a diferencia de los críticos exigentes─. Es decir, nos deja en claro que el esqueleto de su cuento proviene de los libros de caballería y que el tono es predominantemente joco-serio.
Después de eso, procede a contarnos la historia del rey Roberto y su bufón, Benito. En las vísperas del día de San Juan Bautista, al coro se le ocurre decir una frase en latín que se traduce como: “Derribó de su asiento a los poderosos y elevó a los humildes”. Esto causa la indignación del rey y, como por arte de magia, toma el cuerpo del bufón mientras este se apodera del suyo. Juega con la idea del poder desde dos ejes: su potencial de corrupción y la facilidad con que puede obtenerlo cualquier bufón.
En una temporalidad cercana al cuento anterior, ocurre “Buondelmonti”. En este, dos familias de la realeza tienen que enfrentarse a la indecisión del joven Buondelmonti. Tras enamorarse de María Amidei, la señora Donati lo obliga a olvidarse de ella por su hija, Constanza. Buondelmonti debe elegir a una de las dos y pronto reconoce las consecuencias. Finalmente elige a una, pero eso no le asegura su tranquilidad. Algo en común entre estos dos cuentos son los momentos narrativos cíclicos, muy vistos en la narrativa de Roa Bárcena. Este tratamiento hace de su lectura un viaje que tiende a la posteridad y marca el destino de la sociedad mexicana: reyes y bufones alternando papeles sin razón o la eterna indecisión del ser humano.
Ya por el título podemos darnos cuenta de lo que nos espera con el cuento “Noche al raso (Manuscrito hallado entre papeles viejos)”. La narración enmarcada en este cuento de carácter anecdótico nos recuerda mucho al Quijote. En una noche, una carreta se queda inservible al llegar a Puebla ─algo que habla de la condición de los caminos de la época─ y los viajantes se ven obligados a convivir. Así se desarrollan las historias del militar, el almonedero, el farmacéutico y el procurador que aprovechan su tiempo varados de la mejor manera. Estas contienen descripciones largas de anécdotas personales o aquellas que le sucedieron a algún conocido. Las historias de embusteros, apariciones, esposas y maridos poco inteligentes abundan y hacen de la noche una experiencia más llevadera en lo que todos deciden que será mejor partir.
En “Lanchitas” cambia un poco el tono y acompañamos a un sacerdote a brindar la última confesión a, quizá, un cadáver en vida, a un moribundo que no sabe que lleva años en ese estado. Este es uno de los cuentos que más refleja el carácter fantástico de su narrativa, muy común en estos siglos. Lo que hace que destaquen los muertos y aparecidos de este autor es el ambiente al que pertenecen: un ambiente oscuro, lleno de culpa y ecos religiosos.
El último cuento, “Combates en el aire”, es una reflexión del viento a través de los años. Deja fluir la nostalgia y recuerda el viento que llega de todos lados y pasa por el Golfo de México hasta llegar a él. Y piensa en el papalote, como es para los mexicanos. No en el cometa de los españoles, o el cerf-volant de los franceses. El narrador piensa en el papalote, la mariposa de los mexicanos que vuela por esas corrientes que viajaron tanto para alcanzarlo.
Los personajes de los cuentos reunidos en este libro y, en general aquellos de Roa Bárcena, son personajes obsesivos con un papel bien establecido. El hecho de que estén escritos a manera de cuentos los ayuda a gozar de matices que se estancarían si fueran personajes de una novela, por ejemplo. Su brevedad no les permite ser acartonados. Estos tienen mucho que decir y pensar acerca del otro y es a través de ellos que el autor emite críticas sociopolíticas. Si se me permite ─aunque cualquiera podría notarlo al leer─, los personajes de Roa Bárcena son como él: conservadores y un poco obsesivos.
Considero que la crítica de Roa Bárcena, escondida tras el telón del humor, es aquello que le brinda originalidad a su obra. El sentido del humor que utiliza se asemeja al de Swift y demuestra que no es una herramienta para la evasión de la realidad, sino para su realce. El mismo autor reconoce que su obra será mejor aceptada por aquellos que gozan de un buen humor que por los críticos. Siguiendo esta fórmula, agrega referencias y elementos clásicos para crear el cuento moderno. Como una capa más, la lobreguez y el ambiente misterioso, que se nota especialmente en “Lanchitas”, hace que se le considere uno de los precursores del cuento fantástico mexicano.
Esta estructura facilita, finalmente, el tono anecdótico que lo caracteriza y que no se aleja mucho de la tradición europea del siglo. En estas narraciones enmarcadas, el narrador se pierde un poco para ganar una verosimilitud externa. Sería fácil ponerlo de la siguiente forma: ¿Te lo contaría si no estuviera seguro de su veracidad? Sin duda, es algo que nos recuerda a Cervantes, un experto en dirigir la confianza del lector a sus narradores. De esta manera, escuchar las historias se convierte en un ejercicio divertido y permite el reconocimiento de otras mentes en otros tiempos que cuentan la historia de otras mentes en otros tiempos.
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