Año 18, número 266.
Ricardo Castillo es un poeta tapatío reconocido por su labor en la poesía contracultural mexicana y su performance poético que, desde el siglo XX ha desarrollado en la amplitud de su obra. Hoy hablaremos acerca de Borrar los nombres. libro publicado en 1993, su relación con el performance y la puesta en escena de Borrados llevada a cabo en Rojo Café, Guadalajara, en el año 2003 y musicalizada por Gerardo Enciso. El performance poético como aptitud artística es contemporánea, pero sus fundamentos y bases se encuentran en todo tipo de culturas, más ya no con fines religiosos, sino como una actividad comunicativa que transforma el discurso poético para volverlo más complejo.
El libro gira en torno al grupo étnico Cora, que, según la secretaria de Educación Pública, se localizan en la sierra del Nayar, Nayarit. Esta comunidad lleva a cabo una práctica cultural llamada “La Judea”, una escenificación de la Semana Santa de la tradición judeocristiana con un mestizaje prehispánico, donde se ofrece un sincretismo cultural. Entre las ofrendas para los cultivos del maíz y el resurgimiento de la vegetación, ceremonias hacia sus dioses como a Jesucristo y una gran expresión artística.
El nombre: “Borrados” posee una estrecha relación con la judea, pues durante ocho días, los “Coras” representan a judíos, fariseos, moros, demonios blancos y negros, borrados, dobles de Cristo, etc. Los judíos y los demonios son borrados, lo que significa un cambio de identidad o disolución de esta, pintando sus cuerpos con ceniza para personificar la guerra, con machetes de madera, danzas, música, sacrificios simbólicos a la figura de Jesucristo, gritos y bromas de todo tipo. Posteriormente, en el sábado de gloria, todos los demonios son purificados en el río, que es el mismo sitio donde partieron al inicio de la ceremonia.
Todos los elementos mencionados aparecen explícitamente en la obra: desde la experiencia de iniciación hasta el baño final. Estos elementos conllevan un gran aporte poético como espiritual, la poesía describe a fondo las costumbres que desconocemos y en cierto punto parecen ajenas e impensables. Es fundamental para los poemas el rito, que desde las culturas más antiguas convergen la poesía, el canto, el culto y la conciencia corporal como escénica. El performance así mismo, surge de la tradición de la poesía oral, que se practicaba en múltiples grupos mesoamericanos, un ejemplo muy claro de poesía oral es Nezahualcóyotl, así como toda la flor y canto.
Según Adrián Cangi:
La performance poética es un mixto y como tal una zona indiscernible donde se
confunden tradiciones, aquella propia de la escritura poética y aquella otra de la
performatividad escénica. Poema indica genéricamente un trabajo cerebral y por
ello no menos corporal, una escritura en caverna, un cosmos reducido y recóndito
de intensidades, de transparencias y opacidades que puede alcanzar en su
extensión el gesto mínimo o el tamaño del mundo.
A su vez, el performance tiene la diferencia de la lectura de poesía que converge con otras aptitudes artísticas como el teatro, la plástica, la oratoria y la música.
La complejidad del performance es la del acontecimiento, pues se trata de un momento irrepetible, intangible y efímero, a su vez, un acontecimiento común, donde no tan solo importa el poeta, sino el público que participa o escucha activamente. El poema ya no es solo lo impreso en un papel o proyectado por una pantalla, también es la experiencia plurisensorial, donde la musicalización. Por parte de Gerardo Enciso, el cual, con sus letras lanza un mensaje político directo, y la gesticulación, oralidad, movimiento, lenguaje no verbal de Ricardo Castillo, así como su vestuario, maquillaje. Estos aspectos dan al espectáculo una plenitud artística desde el punto de vista espectador, quien se ve afectado por lo visto.
En Borrados existe una clara intención de reivindicar ciertos mensajes sociales, políticos y culturales, al representar poéticamente las costumbres de los Coras. El acontecimiento tiene el objetivo de transgredir al público y todo lo relacionado con la poesía convencional, transformando el fenómeno social a otro en un sitio y momento distintos, para así comprender las realidades que ignoramos, pues leemos versos como:
Cuando los bufones me señalan y se ríen
cuando los veo patear perros y cerdos
cuando hacen llorar a los niños
cuando le agarran ay ay ay la verga al turista
cuando el guerrero le enseña el culo a niños y ancianos
cuando los demonios hacen reír a las mujeres
cuando monto el burro al revés
Nos pueden parecer simplemente recursos retóricos, metáforas o una ficción del autor, pero al conocer el contexto de donde provienen podemos tener un retrato de la tradición Cora y sus características mediante el texto literario que conforma a la puesta en escena. Estas hibridaciones, no solo tienen una funcionalidad hacia el público, también para el autor e intérprete. Tuve la oportunidad de ver al autor presencialmente este año, en el Centro Documental de Literatura Iberoamericana Carmen Balcells en donde nos explicó que, para él, la importancia estaba en la corporalidad de la declamación.
Siendo él un maratonista y futbolista, practicaba marcando los acentos, los cuales conforman la musicalidad del poema, por cada paso que daba; dicha práctica aportaba a la memorización de los poemas, su interpretación y la intención sonora de las sílabas, todo esto acompañado con la lectura en voz alta. En esa presentación, Castillo relata que para su libro “Concierto en vivo” colaboró con Jaime López, músico y compositor con una gran notoriedad por la construcción métrica de sus canciones, siendo el ejemplo más claro de esto: “Chilanga banda”.
En la música rock, la oralidad y las melodías juegan un papel elemental, recurso que Ricardo utilizaría para el salto de la palabra impresa que tenía la dificultad de no siempre ser leída o captar la atención del oyente, es en este punto donde surge la pregunta del autor hacia Jaime: ¿Cómo te aprendes tantas canciones?, aquí el músico le explica la importancia de la memoria física, que funge como una clave para la memorización de la poesía, ya sea con el movimiento de las manos marcando la melodía de las palabras, con las piernas, o el bamboleo del fútbol.
Para concluir, la importancia del performance poético reside en la acción comunicativa, como en la memorización del poema en grado utilitario. Pero además surge un diálogo interno entre la obra, el cual nace de la experiencia de Ricardo en una comunidad Cora y los antiguos rituales donde la voz y el canto eran los que acompañaban a múltiples artes, como en “Borrados” y otras manifestaciones artísticas del autor, se combina la poesía interpretada, la música o la danza.
El performance, a su vez, es un acto de contraposición ante la mera palabra escrita y busca experimentar en nuevos medios para que la poesía se transforme en un acto social involucrando colectivamente al público, por medio de la escucha y el espacio escénico. Ricardo Castillo converge en estas latitudes para que la realidad de las personas marginadas o periféricas sea vista y aporte a la tradición literaria desde una escritura que abarca del poema hasta lo que existe fuera de él.
Israel Gallegos Olguín
israel.gallegos5279@alumnos.udg.mx