Año 14, Número 179.
Cuento ganador del VIII Concurso Literario del CUSur
Samantha Carolina Torres Hernández
I
¡Chin! Ahora sí ya me cachó. Ya es como la décima vez que se voltea justo cuando la estoy mirando, seguramente ha de sentir la mirada bien fija en la espalda. Y cómo no la iba a estar viendo a cada ratito si está mueve y mueve la cabeza; y con su colita de caballo bailándome hace que me llegue el olor de su champú. Huele bien rico, se me hace que usa del Vanart que dice flores de primavera, el mismo que usa mi mamá y que se enoja si agarro cuando me meto a bañar. “El tuyo es el de los peques. ¡Ira nomás! ni te lo has terminado” dice. Pero, a mí ni me gusta. El envase dice que huele a uva, pero no es cierto, huele como a Olocoons viejito, como cuando el monito ya no huele ni a uva ni al plástico del que está hecho. Cada que me meto a bañar agarro una gotita del de mi mamá y lo huelo para acordarme de Alondra.
Alondra es la niña más bonita de mi salón. Qué digo de mi salón, de la escuela, del barrio; es más, del mundo. Sí, Alondra es la niña más bonita del mundo, pero como si no le bastara, Alondra no nomás está bonita; ella es lista, es amable con todos, casi siempre saca diez y en educación física no huele feo después de correr por toda la cancha como las otras. Para mí que ni ha de sudar, siempre que corremos trato de alcanzarla para que vea que yo también puedo hacer mucho ejercicio pero, nunca le alcanzo ni los talones. A lo mejor tengo que empezar a hacer ejercicio, chance así se enamora de mí.
Otra vez voltea y yo nomás le sonrío para que no piense mal. Me regresa la sonrisa pero, sin pelar los dientes. ¡Ah, qué guapa está! En el pizarrón que está delante de ella hay dibujos. Ahorita estamos viendo el orden de la cadena alimenticia, es la materia de biología y no sé cómo le hace el profe para dibujar tan bien al leopardo cazando a la liebre. Nos dice que dibujemos lo mismo como podamos, “Hagan su mayor esfuerzo, recuerden que no todos tenemos las mismas habilidades”. Mi leopardo parece una salchicha unida con bolitas como
cabeza y le puse manchas en la barriga. Parece marciano. Intento borrarlo pero nada más consigo hacerle un manchón a la hoja con el borrador. Rechisto. “¿Profe así está bien?” dice Jesús, y le muestra lo que yo diría que es un leopardo calcado. Volteo a ver el mío y me da lástima. Arranco la hoja rápidamente, pero con el ruido atraigo la vista del profe. “Puede ser arte abstracto, si quieren”. Asiente con la cabeza en mi dirección, mientras sigue explicando. Hago el mismo gesto y empiezo de nuevo cuando suena el timbre.
“Chicos, no olviden que mañana es la Kermés, traigan dinero para que puedan gastar en comida, baile, peinados y si tienen suerte puedan llevar al registro civil al niño o niña que les guste; bueno si los dos están de acuerdo.” Se ríe mi profe. Mis compañeros expresan su alegría con un yes, otros aplauden, algunas de mis compañeras se secretean, mientras los demás arrugan la frente y sacan la lengua diciendo “guácala” con voz bajita.
Volteo a ver a Alondra. Sus amigas y ella están riéndose. Alondra ve que la estoy mirando, agarra su mochila para colgársela a un hombro. Le digo adiós con la mano y ella ni me ve.
II
“Ya métete a bañar que el agua se va a enfriar” dice mi mamá y yo desde el baño, le grito que ya voy pero me sigo viendo al espejo. “Alondra, qué guapa te ves hoy, ¿nos casamos?”, digo con tono elegante y sacudo la cabeza con confusión. No, así no. “Hola bonita, ¿quieres de mi mango?” digo con voz aún más elegante. Volteo los ojos pa’ arriba y con un soplido muevo el pelo que me cubre los ojos. “¿Por qué no escucho la regadera? Si se te hace tarde, tu papá no te va a llevar a la fiesta.” “Que no es una fiesta, es una kermés” le grito. “¡Ay!, lo que sea” me contesta.
Me apresuro a bañarme y mientras me enjabono la cabeza pienso en el cabello de Alondra. Le llega a la cintura. Me da escalofríos pensarla, ¿Cómo hace para ser tan bella? Salgo de la regadera y al entrar al cuarto veo que mi mamá ya decidió qué me voy a poner y puso todo
planchado sobre mi cama. Me visto. Me cepillo el cabello y me hago partido de Benito Juárez, como dice mi papá. Salgo a la sala y mi mamá me besa la frente. Me dice que me ponga perfume para oler rico “Qué elegancia la de Francia” se ríe y la cara se me calienta. A lo mejor me escuchó en el baño, nomás de pensarlo me duele la panza.
III
“Son dos pesos” me dice la señora extendiendo la mano. De la bolsa saco cinco y con la otra mano agarro los cacahuates con chile. Me da mi cambio y volteo al salón de enfrente. “Disco” leo en la cartulina de la puerta y afuera veo un grupo de niñas que se acarician el cabello mientras deciden si se meten o no. Alondra entre ellas; voltea a verme y sonríe. Le devuelvo la sonrisa. Tiene media cola de caballo, un vestido amarillo que parece overol y los ojos pintados de color rosa. Me volteo. Tal vez si uso los cinco pesos de los ocho que me quedan para meterme a la disco y le pido que se case conmigo, ella ponga lo que falta para el registro civil. “Beeeso, beeeso, beeeso” Unos niños están gritando en el registro civil y los que se casaron se besan de piquito. ¡ESO ES! Y, ¿si le doy un beso a Alondra? Sí, no le veo nada de malo, mejor paso a pasito. Primero le doy un beso, luego tenemos una relación, y para la siguiente kermés ya nos casamos. ¿Por qué no se me ocurrió antes? “Pasen, pasen señoritas, las mejores canciones están por sonar, ¿están listas para bailar?” Dice nuestro profesor mientras invita a las amigas de Alondra a pasar y les recoge su dinero. Es mi momento. Bailo con ella, la abrazo, nos miramos a los ojos y le doy un beso. Es ahora o nunca. “¡Vaya! no sabía que te gustara bailar. Adelante. ¡Órale! Hasta perfume te echaste” Le sonrío a mi profe mientras le doy mi dinero y me paso al salón.
Aquí huele a sudor y comida. Todos los niños bailan en círculos, todos disparejos, todos como quieren. En la esquina está Alondra con sus amigas riéndose. Camino hacia ellas con paso lento. Violeta, que es amiga de ella y mía, me ve, saluda emocionada y me invita con la
mano para que vaya a su círculo. “Ándale, ven a bailar con nosotras” dice, pero no sé qué decir cuando ya me está jalando de la muñeca.
Suena Aserejé y todos bailan, yo hago como que bailo. Ay, no puede ser, ¿qué estoy haciendo? Yo no sé bailar. Me muevo como puedo y cada quien pasa al centro a hacer un paso. Lo hacen por orden, de una en una, como si supieran cuál de ellas sigue. Carmín hace un paso con la mano y se agacha como si estuviera hundiéndose en el agua. Cielo a la par de Ámbar dan una vueltita al mismo tiempo. Esmeralda apunta con el dedo al techo y luego a su cintura. Las demás aplauden. Alondra pasa al frente moviendo la cabeza como diciendo que sí al ritmo de la música. Me agarra de las manos que están todas sudadas. Logro zafarme y me las limpio en el chaleco. Qué pena. Veo sus labios y pienso que tienen forma de corazón. ¿Por qué se le ocurrió venirse tan bonita? La veo a los ojos y me sonríe. No puedo resistirme a besarla. Tal vez fue una mala decisión haberme metido a la disco. Ni sé bailar. ¿Por qué mi madre no me dio lecciones de baile antes de venir? ¡Maldición! Me vuelve a tomar de las manos para animarme a pasar al centro del círculo. Todas me miran. Ay, no, ay, no, ¡qué vergüenza! Pobre Alondra seguro que lo hace por compromiso. Ella siempre es tan linda. ¡Rayos! ¡Concéntrate! A lo que venía, pero ¿Sí se lo doy? Volteo a verla y ella está más animada que yo por esto del baile. No puedo. Jamás vamos a ser pareja, a mí no me gusta bailar, yo soy muy torpe al caminar, no corro recio, no tenemos nada en común, ¿Qué estaba pensando? “Vamos” dice Alondra para terminar de convencerme. Ni modo, tengo que hacerlo, jamás sabré si ella también me quiere si no lo hago ahora, además la tengo de las manos y me está sonriendo. Seguramente también siente lo mismo y por eso me toma así de las manos, por eso sonríe cada que voltea a verme, por eso me invitó al centro del círculo para bailar con ella, por eso me está viendo así. Sí, ¿Qué más va a ser sino amor? Amor de primaria, amor de kermés y registro civil con cinco pesos, amor de Disco con olor a comida y
sudor. Bésala. Alondra me ve y sigue sonriendo. Bésala. Doy dos pasitos adelante. Exhalo y cierro los ojos.
IV
Se terminó la canción. Alondra sabe a miel pero no se mueve. Abro los ojos y me está viendo con cara sorprendida. Sigue sin moverse mientras suena Belinda en las bocinas. Volteo para los lados y ninguna de ellas se mueve. Me están viendo asombradas y se hicieron para atrás. ¿Qué tanto estarán mirando? Alondra se limpia la boca y me mira con mil preguntas en los ojos. “¿Por qué hiciste eso?”, dice Cielo con voz bajita. Esmeralda dice que no con la cabeza mientras tiene la boca medio abierta. “No puedo creerlo” le dice Carmín a Violeta. Me doy la vuelta y quiero salir corriendo porque estoy al borde del llanto. “Alondra no me ama, Alondra no me ama, Alondra no me ama, no me ama, no me ama”. Ya no puedo aguantar más el llanto, siento un nudo en la garganta cada que intento respirar. Doy media vuelta y me dirijo a la salida. Abro la puerta rápido y lo único en lo que pienso es querer irme al baño lo antes posible para que no me vean así. Me pican los ojos porque se me escurre la pintura y se me mete al parpadear. Con la manga de la blusa me tallo la cara y subo las escaleras que dan al baño. Empujo la puerta con todas las fuerzas que tengo. Luego lloro.
«Alondra», de Samantha Carolina Torres Hernández, es el cuento ganador del VIII Concurso Literario del CUSur. En cuento «sobresalió sobre los demás participantes por el adecuado manejo de la estructura del cuento contemporáneo, por la presentación clara del conflicto, el desarrollo del personaje y el establecimiento de una trama que conduce a un final sorprendente, que sirve además como clímax al desarrollo dramático de los personajes. La historia además se construye en torno a un espacio literario contemporáneo, que explora un tema universal: el amor». Así lo dijo el jurado, conformado por Silvia Quezada, Marcos Manuel Macías Macías e Hiram Ruvalcaba.
Samantha Torres es estudiante del noveno semestre de la Licenciatura en Letras Hispánicas del Centro Universitario del Sur, obtuvo mención honorífica en 2018 en el 5to. Concurso Literario del CUSur en la categoría de cuento. En 2020 obtuvo mención honorífica en el Festival Cultural de Día de Muertos CUSur en la categoría de poesía».