Año 18, número 265.

En 1974 el sociólogo estadounidense David Philips acuñó el “efecto Werther”. Aunque es incierta la cifra exacta de suicidios causados por la novela de Goethe, este término existe para explicar por qué los suicidios de figuras públicas o en obras literarias pueden tener efecto en personas vulnerables mentalmente.

Antes de explicar el efecto, es prudente explicar la novela de donde se originó, Las penas del joven Werther (Die Leiden des jungen Werther). También es necesario explicar el contexto histórico y lo que dijo el mismo Goethe de ella. Esta es una novela epistolar publicada en 1774 por el famoso escritor alemán Johann Wolfgang von Goethe. Muchos la catalogan como una novela romántica, pero en realidad es proto-romántica. Pertenece al movimiento literario alemán llamado “Sturm und Drang”, o “tormenta y estrés” o “turbulencia y angustia”.

A continuación, explicaré la trama de la novela que entiendan mejor por qué fue escogida para darle nombre al efecto que David Philips acuñó.

En resumen, el protagonista, Werther, le escribe cartas a su amigo Guillermo, el interlocutor, describiendo su vida en Wahlheim, un pueblo ficticio. La primera parte del libro nos muestra el día a día de Werther y de su fascinación con el pueblo. Durante su estancia, se enamora de una chica llamada Charlotte, a la que luego es referida como Lotte. Ella ya está comprometida con un hombre llamado Albert. Durante gran parte de la historia, Werther intenta conquistar a Lotte, pero no lo consigue. La obsesión y el sufrimiento de Werther lo consumen hasta perder el deseo de vivir. Decide suicidarse con las pistolas de caza de Albert.

Esta historia está inspirada en una decepción amorosa del propio Goethe cuando trabajaba como asistente en el tribunal nacional. Fue con una mujer que se llamaba Charlotte Buff. El rechazo hizo que Goethe tuviera pensamientos macabros de terminar su propia vida. Sin embargo, esa fue su inspiración para escribir su Werther. Lo publicó y fue tan bien recibido que inspiró todo un movimiento literario e inició su carrera como poeta y escritor. Un dato curioso es que Werther era el libro favorito de Napoleón.

Sin embargo, la célebre obra no estuvo libre de polémicas. La más famosa cuenta que, al poco tiempo de la publicación de ese pequeño libro, hubo muchos jóvenes que imitaron al héroe trágico; vistieron como el muchacho de la novela y también imitaron la forma de suicidio, incluso hubo algunos que se fueron al campo para hacerlo.

Goethe no quedó silencioso y escribió varias cartas al respecto del tema. Mostraré una que escribió en su autobiografía Poesía y Verdad (Dichtung und Warhrheit): “El efecto terrible que tuvo este pequeño libro, especialmente porque muchos jóvenes me declaraban que deseaban seguir el ejemplo de mi infeliz héroe, me perturbó hasta el extremo.” Esta cita muestra que Goethe, en un principio, estaba verdaderamente consternado por lo que pasaba. El peso de las críticas era demasiado para él.

Sin embargo, el poeta cambió su punto de vista por uno más crítico. Justamente en su autobiografía escribe lo siguiente: “El joven Werther no fue escrito para provocar imitaciones, sino para mostrar las miserias de un alma confundida. No me corresponde a mí corregir la disposición de aquellos que ven en él algo que nunca quise glorificar.” Puede parecer contradictorio, pero Goethe ha sido alguien conocido por cambiar de opinión y criticar sus propias visiones de su juventud. Escojo precisamente esta cita para mostrar ese cambio de opinión surgido por una vista más racional y crítica del efecto que creó su libro.

Este cambio de perspectiva en Goethe no fue meramente un ajuste intelectual, sino una respuesta a la profunda influencia que su obra tuvo en la sociedad de su tiempo. Su Werther no solo conmocionó a los lectores, sino que inspiró una serie de suicidios en su nombre. Es en esto que David Philips se inspira para crear el “efecto Werther”. Con esto, se denomina el fenómeno por el cual la exposición a relatos o imágenes de suicidio puede influir decisivamente en el ánimo y las decisiones de los espectadores, llevándolos, en algunos casos, a replicar dichas conductas. Así, el “efecto Werther” ha sido definido por su intensidad, especialmente cuando se trata del suicidio de figuras reconocidas, marcando una conexión entre la representación artística y la realidad emocional de quienes la consumen.

Esta exposición a imágenes fuertes no solo afecta de sobremanera los ánimos y humores de las personas, sino que directamente hace que intente suicidarse. Sin embargo, solo se considera que el suicidio de una persona fue causado por el efecto Werther cuando el acto ocurrió días o semanas después de la publicación inicial del suicidio causante. Es especialmente intenso cuando se trata del suicidio de una persona famosa.

Se ha observado que, justo como los suicidas inspirados en Werther, los adolescentes son los que son más susceptibles psicológicamente a ser víctimas de este efecto. También, está visto que los imitadores tienden a ser del mismo género y edad del suicida original. Además, tienden a imitar la forma con la que el suicida original tomó su vida.

Otros factores de riesgo para que haya víctimas de este efecto son publicar la forma en la que la persona tomó su vida y reportes sensacionalistas, especialmente con celebridades. También está presente una identificación lúgubre con la historia. Cosas como gustos, estatura, nacionalidad o cualquier cosa que los haga sentirse cercanos al suicida original.

Sin embargo, naturalmente, es cierto que, psicológicamente hablando, somos muy propensos a imitar. Además, ese dicho popular lo dice muy bien: “dime con quien andas y te diré quién eres”. Como mencioné en el inicio del texto, fue David Philips es quien acuñó el término “efecto Werther”. Podría decir que, debido a la cobertura mediática muy propia de Estados Unidos, es donde más se ha visto este fenómeno. Está el caso de Marilyn Monroe, Kurt Cobain y Robin Williams que nos hace pensar que este efecto es muy prevalente y puede ser un riesgo para la juventud.

Ciertamente, tratar un tema sensible como el suicidio es difícil en cualquier medio. Sin embargo, con respecto a los casos en donde la ficción es el foco de atención, quiero decir que los sucesos literarios tienen explicaciones literarias. A lo que me refiero, no podemos juzgar eventos de la ficción bajo criterios, en este caso, morales o éticos. Si comenzamos a censurar toda escena que pueda herir la sensibilidad de los espectadores, sería considerar que la ficción es una realidad, o algún tipo de segunda realidad inconfundible a lo que ven nuestros ojos en el día a día. La ficción no puede explicarse, mucho menos justificarse, desde este tipo de criterios porque la ficción trabaja bajo su propia lógica y sistemas de comunicación. Evocando la cita de Goethe, digo que los autores no pueden responsabilizarse por los efectos a posteriori de las obras que hacen porque, en el caso de los suicidas por obras literarias, su propia disposición patológica los llevaría a quitarse la vida. Es injusto culpar a la literatura o a cualquier otro tipo de ficción por eso.

Empero, la naturaleza psicológica del humano es la que es, y este tipo de imitación, muy intensificada, por cierto, ya tiene nombre. Su relevancia actual tiene mucho que ver con las redes sociales. En los tiempos de Goethe, la infección, por decirlo de alguna forma, de este fenómeno, era más difícil y tardada. Ahora, teniendo pantallas y espacios cuyo único propósito es hacer ruido para que te quedes lo más pronto posible, las posibilidades de que esto ocurra es más probable que antes. Cualquier cosa basta para que te quedes ahí, viendo. En el caso de los suicidios se hace especialmente macabro porque, debido a la naturaleza de las redes sociales, el contenido que se te muestra va acorde a tus propias inclinaciones, las que sean.

La mejor forma para que alguien sea feliz rodearle de un entorno amoroso y jovial. Cuando lo único que ve es muerte y miseria eso es en lo que pensara. La responsabilidad no es tanto de los creadores literarios, sino de los usuarios.

En conclusión, el efecto Werther, como lo que inspira a hacer, es un fenómeno multifacético y complejo. Es cierto que los factores de riesgo para que una persona tome su propia vida son muchos. Tenemos desde la cobertura mediática hasta, supuestamente, la lectura de ellos en obras ficcionales.

Sin embargo, como sostuve en este escrito, no se puede responsabilizar a un autor o a una obra literaria de inspirar o crear suicidas solo porque pasó en una novela o serie. El suicidio es un tema que tiene que tomarse con seriedad por medios periodísticos y por las personas que ven este tipo de notas.

Una cosa es clara, no podemos censurar a la literatura ni a la prensa por lo que puedan hacer las personas después. Sostengo que, con suficiente conciencia y servicios de salud mental adecuados, es posible crear mentes conscientes y críticas de estos eventos y cómo afectan a nuestra psique.

José de Jesús Paniagua Pintor
jose.paniagua8447@alumnos.udg.mx