Año 17, número 251.

La fotografía de Miguel captura sus sentimientos y filosofía de vida

Fotógrafo originario de Guadalajara, Jalisco.
Actualmente cursa la licenciatura en Periodismo en el Centro Universitario del Sur (CUSur)
Fotografía: Miguel Ángel Bracamontes

Ingrid Leguer

“Me gusta hacer fotografía análoga, creo que todo comenzó de manera inconsciente porque la fotografía análoga siempre ha estado presente en mi casa, mi papá la hacía, recuerdo pasar mucho tiempo viendo los álbumes de fotos familiares, ahora pienso que era su forma de documentar” comentó Miguel Ángel Rodríguez  Bracamontes, con sus manos firmes sobre sus rodillas y la mirada en la lejanía.  

Dice que el archivo familiar, siempre ha sido muy revelador para él, porque podía comparar como cambiaba con el tiempo la ciudad y las casas, el cómo se veían sus familiares y amigos de la familia. De ahí está presente esa importancia de documentar en foto, como si fuese una marca hereditaria.

Miguel obtuvo su primera cámara al conseguir un primer empleo, esas primeras tomas fueron hechas con celular, después remplazó el celular por una cámara digital Sonny pero esa casi no la usaba, salvo en viajes.

“Me costó un poco comenzar a tomar fotografía porque me abrumaba la idea de no poder realizar una gran foto al primer disparo y comparaba mi trabajo con el de otras personas con mucho talento”.

Hasta que un amigo de él comenzó a estudiar cine, hizo algunas prácticas con cámara análoga y le dijo: -¿por qué no lo intentas tú?-. A partir de ahí, el trabajo de Miguel comenzó a evolucionar con otro sentido, fue cuando comenzó a experimentar con la técnica análoga.

“Mi primera cámara la compré en el “baratillo” en Guadalajara, me encontré una Pentax en $150.00 pesos, completamente funcional con todo y estuche, fue entonces cuando entendí que era una señal. La compré, la reanime y ella me reanimó a mí. Con ella hice el ejercicio de un amigo músico, él dice que si tú nombras tus herramientas de trabajo es más fácil tener una conexión, me pareció interesante. La llamé nachito, porque a mí de niño me daba mucho miedo la oscuridad y me daba mucho miedo la leyenda de nachito, la leyenda urbana de Guadalajara del panteón de Belén, porque él tenía tanto miedo como yo a la oscuridad. Ahora que soy fotógrafo me doy cuenta que se trabaja con la luz pero también con la oscuridad, es aprender a englobar esos dos aspectos en tu trabajo y en la vida”.

Para Miguel el formato análogo es el que lo ha hecho fotografiar más, siente que su primer acercamiento a esta técnica le recuerda a fotógrafos de hace 30 años, o más, con la transición de análoga a digital, esa sensación de dispersión está ahí. “Pienso seguir en esta técnica hasta que llegue a su fin la producción de rollos”.  

Una de las metas que tiene es el experimentar todas las artes, porque de alguna manera se entienden otras cosas para ver la fotografía desde otro ángulo.

La disciplina es fundamental para la fotografía, es importante realizar ejercicios de práctica, lo básico para él es producir fotos únicas o fotos en serie de naturaleza porque se puede comprender la estructura, el volumen de los cuerpos, la aplicación de la luz natural y su manipulación con la cámara. “Cuando siento que no tengo inspiración recurro a un árbol o a alguna manifestación natural para recordar estos aspectos básicos que nos ofrece la naturaleza”.

“Antes de comenzar a realizar fotografía análoga leí a Henri Cartier Bresson, un francés que era un artista y periodista, me tomo trabajo entender lo que mencionaba ‘ tomar un instante ‘  pero luego te das cuenta de que en todo el rango de tiempo que existe, la fotografía que tomaste es sólo un grano de arena de toda una playa”.

Mucho del trabajo de Cartier Bresson se realizó en México, donde otros maestros de la fotografía han desarrollado discursos visuales inigualables. Para Miguel esto es un impulso a seguir haciendo fotografía de manera profesional y artística.