Año 17, Número 238
Ricardo Sigala
Los Juegos Florales de Zapotlán el Grande son una tradición que se remonta a más de ocho décadas, son reconocidos como el más antiguo certamen literario de la región y uno de los más longevos del país; en el estado de Jalisco sólo se encuentra detrás de Los Juegos Florales de Lagos de Moreno. Pero más allá de ubicarlos en torno a la idea de tradición, que muchas veces tiene el riesgo de ser visto como algo en vías de extinción o como pieza de museo, el concurso de poesía ha tenido, y tiene, un papel indiscutible en la vida cultural de nuestra región, pues no sólo implica que nuestra ciudad y su feria sean poseedoras de un certamen literario que en casi todos sus momentos ha tenido una connotación nacional, sino que es un termómetro que le mide la temperatura al estado de salud de nuestra propia creación literaria; es decir, nos revela en qué lugar se encuentran en nuestros poetas en relación con lo que se escribe en el resto del país. Otro papel que juegan los Juegos Florales es que se convierten en un estímulo para los creadores locales: por una parte, por el premio económico, que hay que decir que suele ser muy oscilante, y por otra, por el honor de ingresar al listado de los ganadores históricos, entre quienes podemos citar a Juan José Arreola y a Roberto Espinoza Guzmán, entre nuestros clásicos del siglo XX, y a Hiram Ruvalcaba y Alejandro von Düben, entre nuestras jóvenes figuras del siglo XXI. En cuanto a los escritores de renombre nacional que los han ganado podemos citar a Balam Rodrigo, Luis Armenta Malpica y León Placencia Ñol.
Este 2023 se han cumplido ochenta y un años desde la primera realización del concurso literario, mismo que según nuestros datos, se ha realizado al menos en cuarenta y dos ocasiones. En el recuento nos encontramos que en veinte de las emisiones han resultado ganadores poetas de la región. También encontramos que en lo que va el siglo XXI, se han realizado en veintitrés ocasiones, contra las diecinueve que se realizaron en el siglo XX, es decir que este siglo ha sido el más constante en la vida del concurso. También es importante apuntar que de los veinte ganadores históricos de la región, catorce han sido galardonados en el presente siglo. Un apunte importante es que de esos catorce ganadores locales del presente siglo, once están relacionados con el Centro Universitario del Sur, ya porque se parte de profesores, egresados o estudiantes. Estas cifras no quieren ser numeralia institucional, sólo buscan ser un dato más que refleja el gran momento que vive la literatura en nuestra región, uno más entre las ya tantas manifestaciones que dan fe del fenómeno.
Este año, los Juegos Florales se quedaron en Zapotlán, y es preciso enfatizarlo porque esto no sucedía desde el año 2017. En esta ocasión el premio fue otorgado a Mauricio Alejandro Robalo Vázquez por su poema titulado “La cercanía del agua”, porque a juicio del jurado se trata de un poema “construido con una sólida estructura que incluye varias voces que logran un equilibrio, también se destaca el balance del lenguaje empleado, con imágenes afortunadas y un importante diálogo con la tradición, el tema es original y poco tratado”. El jurado estuvo constituido por Paulina (Evangelina) Velázquez, Pedro Valderrama Villanueva y quien esto escribe.
Alejandro Robalo Vázquez es psicólogo egresado del CUSur y asistente al taller Sendero… y al de la Casa de la Cultura. En 2021 ganó el primer lugar del concurso Panteón literario que organiza el CUSur en el contexto del Festival del Día de Muertos, algunos de sus textos han sido publicados en las antologías Ahora. Jóvenes escritores del Sur de Jalisco, La invención del presente. Joven literatura de Zapotlán El Grande y Sábado diez de la mañana. El taller literario en voz de sus protagonistas. Es oriundo de Melaque, y está avecindado en Ciudad Guzmán desde hace más de una década.
Este año el concurso entregó dos menciones honoríficas, la primera para el poeta zapotlense Jaime Jordán Chávez, quien a su corta edad ya tiene algunos reconocimientos internacionales, por su poema “Jardín de huesos”; la segunda mención ha sido para Miriam Vázquez Íñiguez, poeta originaria de Guadalajara y estudiante del CUCSH.
En una época que se caracteriza por la incitación -y la romantización- de la violencia, que promueve como un valor el nacionalismo xenófobo y excluyente, que hace tributo al materialismo más vulgar y egoísta, en una época que se empeña en la banalización del arte y el desprecio por la vida intelectual, en este panorama tan poco alentador, un concurso de poesía como los Juegos Florales se presenta como un oasis refrescante que apuesta por la cultura, por ese espacio, que en palabras del pensador holandés Rob Riemann, “proclama (… ) la capacidad de ir más allá de nosotros, de tener imaginación y empatía, de vivir en la verdad, crear belleza y hacer justicia”. Los Juegos Florales nos dan la oportunidad para hacer un acto necesario e insustituible en nuestro tiempo: dedicar unos momentos a reconocer a los poetas y a la poesía, que no es otra cosa que de las múltiples manifestaciones de la dignidad humana.
Un reconocimiento al ganador y a las dos menciones honoríficas, pero también a quienes hacen posible que esta tradición siga viva, entre los que juegan un papel nodal el Ayuntamiento Municipal de Ciudad Guzmán y el Comité de Feria, por supuesto también la vocalía de Literatura del Consejo municipal para Cultura y las Artes y a la comunidad literaria de Zapotlán.
ricardo.sigala@cusur.udg.mx