Año 16, Número 223.
La falta de tiempo dedicado a nuestros intereses es uno de los principales factores del estrés.
Neiber Maldonado-Suárez
Una de nuestras preocupaciones más frecuentes es el uso del tiempo. Entre las jornadas escolares, el trabajo y los largos traslados, al llegar a casa exhaustos, concluimos que el tiempo ya no nos alcanza para nada. Aun cuando intentamos realizar múltiples tareas, no disponemos de mecanismos eficientes para organizar nuestras actividades. Por eso, al concluir el día, creemos que no avanzamos: las tareas se acumulan y las horas no alcanzan para hacer lo que nos gusta y nos hace bien.
La falta de tiempo dedicado a nuestros intereses es uno de los principales factores del estrés. Si aprendemos algunas técnicas para el manejo del tiempo, tal vez lograremos tener mejores resultados, pues, además de cumplir con nuestras responsabilidades, podremos tener pasatiempos, hacer ejercicio, leer o realizar actividades sociales.
Entre las barreras que no nos permiten ser eficientes, en primer lugar, tenemos el uso poco eficaz de nuestro tiempo; ocurre cuando no tenemos claridad de lo que hacemos y lo que pretendemos conseguir. Para solucionarlo, conviene establecer objetivos claros, específicos y alcanzables. También, es esencial establecer prioridades e identificar pequeñas tareas que puedan realizarse en periodos breves de trabajo. Definir fechas para terminar nuestras tareas es fundamental para avanzar en nuestros propósitos.
La segunda barrera es la indecisión; ocurre cuando la tarea es intimidatoria o aversiva. Aunque la pospongamos, la indecisión consume energía, por lo que nos sentimos fatigados y estresados. La solución es informarnos sobre lo que nos genera incertidumbre para dar una respuesta, estructurar un plan o pedir ayuda.
La tercera barrera es la difusión; significa querer hacer muchas cosas en poco tiempo. Cuando hay muchas cosas por hacer, somos menos eficaces en la solución de problemas, perdemos la concentración y la motivación suele decaer. La preocupación crece conforme repasamos las cosas que todavía tenemos por hacer. Al poco tiempo, el cuerpo se pone en tensión y se manifiesta en fatiga física. Una solución podría ser desechar lo innecesario y suprimir lo inalcanzable, además de plantear objetivos prioritarios y delegar las tareas a nuestros pares.
La cuarta barrera es procrastinar; consiste en posponer algo hasta más tarde. Para solucionarlo, se propone hacer primero las tareas difíciles. Una vez terminadas, es más fácil concentrarse en otras actividades. Cuando se considera que la tarea es grande y el tiempo es escaso, se sugiere dividir las tareas en partes más pequeñas.
La quinta barrera son las interrupciones, que ahora ocurren principalmente por nuestro alto interés en las pantallas (teléfonos celulares y tabletas electrónicas); para evitar esto, conviene establecer periodos de 20 o 30 minutos de trabajo constante y silenciar nuestros dispositivos electrónicos para que no nos interrumpan durante ese tiempo. Además, tener un listado de las tareas más apremiantes durante el día, nos puede ayudar a organizar mejor nuestro tiempo y atender lo que es realmente necesario.
Para finalizar, conviene recordar que una persona debe dedicarse tiempo de recreo y descanso, pues además de que permite un cambio de rutina, refresca el cuerpo y reaviva el interés. Una persona en buenas condiciones físicas, aumentará su productividad y disposición para el trabajo.
neiber.maldonado@alumnos.udg.mx