Año 15, número 191.
La importancia que adquiere este producto audiovisual radica en dar cuenta de cómo algunas cuestiones profundas no se aprecian de manera homogénea entre los distintos contextos socioculturales de la realidad
Guillermo Vizcaíno Ruiz
La búsqueda de la identidad propia frecuentemente resulta una experiencia paralela (por no decir intrínseca) a la exploración del sentido de la vida; ambos son viajes mediados por montañas rusas de emociones significativas, desagradables, rutinarias, apasionantes y heterogéneas. Itinerarios que, pese a que siempre llegan a un final, no dejan de ser válidos para la forma en que concebimos nuestros contextos: la vida misma.
La existencia del axioma universalmente válido, que alude a la única certeza ampliamente consensuada en los distintos imaginarios colectivos, se hace valer en todas estas exploraciones que implican aspectos profundos como la identidad, el paso del tiempo, los sentimientos, la vida y, sobre todo, la existencia de los entes que nos rodean: todo tiene un principio y un final.
Precisamente en The Midnight Gospel se tocan este tipo de cuestionamientos ampliamente filosóficos, que a más de unx le encienden la chispa del ciclo de la vida. ¿Qué persigo? es algo que constantemente se cuestiona de manera implícita el personaje principal, Clancy Gilroy, durante los ocho episodios que componen a la caricatura. Situado en un ficticio escenario futurista, Clancy realiza viajes constantes en un simulador de multiversos para dar cobertura a su spacecast (podcast espacial), mismos que cumplen con una característica en común: se sitúan al borde del apocalipsis (tanto individual como colectivo).
Estos viajes que Clancy realiza poseen una particularidad: de manera metaliteraria, se basan en conversaciones reales sacadas de un podcast de Duncan Trussell, donde se aborda el campo de la espiritualidad de manera filosófica. Temas como la estigmatización de las sustancias psicoactivas, el proceso de duelo, la trascendencia humana y, sobre todo, la búsqueda de unx mismx permean a lo largo de la serie.
La importancia que adquiere este producto audiovisual radica en dar cuenta de cómo cuestiones profundas (como la identidad, el deseo de sentirse de cierta manera, la aversión a ciertos peligros o la concepción de la muerte) no se aprecian de manera homogénea entre los distintos contextos socioculturales de la realidad. Sobre todo, resalta el valor de entender al presente como un paradigma en donde radica el sentido de la vida misma.
Clancy, a lo largo de la serie, atraviesa algunas problemáticas que, vistas por sí mismas, parecen simples viajes hacia múltiples espacios que involucran asuntos distintos: un grupo de zombis que protestan por la penalización de las drogas, un lugar gobernado por bebés payasos, una distopía medieval llena de personajes antropomorfos o una prisión en la que sus reos viven crisis existenciales infinitas. En cada uno de los viajes que realiza, Clancy se termina llevando pequeños recuerdos derivados de tales trayectos, mismos que con cariño va guardando en el lugar donde vive.
De tal manera que Clancy termina apropiándose de esos “pequeños” detalles en su persona, mismos que le servirán en un momento posterior donde experimenta una catarsis con una de las figuras más significativas para él: su madre. Sin tratar de llegar a sobreinterpretaciones, estos mismos procesos de apropiación de objetos, símbolos y elementos reflejan los viajes que no solo tiene Clancy, sino que cualquiera puede tener, respecto a la construcción de la identidad propia.
Porque la identidad, como la sociedad, no es perenne en el tiempo: constantemente fluctúa y se manifiesta de diferentes formas. Es líquida, como ya advertía Zygmunt Bauman. Los líquidos, hablando en términos pragmáticos, cambian de forma y estructura dependiendo del contacto que tengan con el espacio. La serie, a través del contacto de Clancy con los diferentes entes del espacio exterior, pone de manifiesto este entendimiento de la identidad como un espectro donde caben percepciones personales, estereotipos, aprendizajes, críticas, gustos, pasiones y miedos, por mencionar algunos elementos.
Y es que, como se mencionó anteriormente, es a raíz de la búsqueda de la identidad donde brota el sentido de la vida. Clancy lo descubre en el episodio final: vivir el presente. Después de una narrativa donde permea una pelea constante entre retrospectivas del pasado e idealizaciones del futuro, no parece haber nada con más valor que el presente mismo. Sobre todo, valorar el presente como parte de una estructura holística donde caben diversidad de perspectivas, cosmovisiones y maneras de interpretar la realidad. Es decir, donde no permanece una visión hegemónica del presente o de la realidad misma; ello representa la relevancia que también adquiere la serie.
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