Año 14, número 177.

Las tribulaciones del estudiante Törless se encuentra en la Biblioteca Hugo Gutiérrez Vega del CUSur bajo la clasificación 839.43 MUS

Melisa Munguía

Dentro de la tradición alemana del siglo XX podemos encontrar a Robert Musil. Su obra hace un recorrido por la podredumbre que deja la corrupción, incluso en los espacios contenidos en la cabeza de seres inocentes. Este mundo inalcanzable del ayer, la nostalgia y la confusión que genera encima de todo la religión, la autoridad y el entendimiento de conceptos tan humanos como la violencia, serán temas destacables en su primera novela: Las tribulaciones del estudiante Törless (1906).

Como a Törless, los padres de Musil lo internaron en una escuela militar en Hranice. Fue durante su etapa como estudiante de ingeniería que comenzó a trabajar, por aburrimiento, en la novela. Estas experiencias cobran sentido en Las tribulaciones del estudiante Törless, obviamente con claros ajustes al mundo literario que no resultaron evidentes para quienes vieron su debut el siglo pasado; su contenido moralmente cuestionable hizo que no fuera bien recibida en un principio.

Lo que Musil pudo presenciar de la guerra lo retrató en sus diarios, pero la temporalidad de los sucesos no permitió que hablara de ello en esta primera novela, que es más bien una novela de formación. Musil nos guía por los pensamientos de Törless, cuyo objetivo es la búsqueda de un valor moral y significativo en la sociedad. Sin embargo, los conflictos salen a flote tras el encuentro con el segundo rostro, el lado oscuro, la doble vida, todo aquello que complica el entendimiento del bien y el mal.

A través de experiencias casi míticas por ocurrir en su propio tiempo, la novela retrata los primeros años del siglo XX y es la prueba de que todo tiende al infinito. Dentro de los muros del instituto militar que resguarda a estos jóvenes, con introspección y un voyeurismo exquisito, observamos la intromisión de la autoridad. Musil critica el caos ideológico y las falsas generalizaciones de sociedad y cultura que surgieron con la religión y el autoritarismo moral. Al leer, sentimos cómo las vilezas del hombre humedecen los muros que encierran a los personajes de esta novela, que a su vez perpetúan este tipo de comportamientos y sus consecuencias. Afuera, casi siempre llueve.

Estas vilezas del mundo adulto las podemos reconocer en Reiting, Beineberg y Törless, personajes que replican el comportamiento que ya conocen. Después de acusar a uno de sus compañeros de robo, deciden castigarlo para enseñarle una lección. Según ellos, así funciona el mundo y es mejor que entregarlo a las autoridades escolares. Reiting afirma que eligen esta vía para evitar que Basini vuelva a robar; es necesario un escarmiento para corregir sus actos, para realmente marcarlo. Los castigos comienzan con agresiones físicas y sexuales. Poco a poco, la tortura se vuelve tan sádica que le roba todo rastro de dignidad hasta obligarlo a confesar.

Törless reconoce que, aunque los medios son los mismos, las motivaciones de Reiting y Beineberg, no. En ese ambiente gris y poco discernible, el protagonista se enfrenta de forma constante a conflictos entre lo que piensa y siente. Las esferas de la emoción y de la razón se quedan en un espacio que va de nublado y húmedo a estático según el día y sus acontecimientos. Con el paso de los meses, el espacio se vuelve compacto, los muros se contraen y la tensión es de repente un cúmulo de fuerzas oscuras y distantes de las que no se había percatado. Ahora Törless es el responsable de ver con otra perspectiva, de reconocer el rostro oscuro que pertenece a lo que creyó un día conocer. Se enfrenta al dolor del desengaño en distintas ocasiones y esto lo lleva a la madurez. 

La visión limitada del mundo que le daba la ingeniería terminó siendo insuficiente para Musil, pues decidió estudiar psicología y filosofía años después. En su novela, los conflictos de Törless presentan un equilibrio entre sus dos líneas de estudio. Conocemos su amor por las matemáticas, por el infinito, sus cuestionamientos morales y religiosos, sus ideas acerca del autoritarismo y las consecuencias de mirar hacia el abismo. Törless personifica ese espacio de la humanidad que queda por conocerse, valorarse y reconocerse.

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