Año 16, Número 232.

Miroslava Juárez Ortega realizó una movilidad con el Programa de Estancias Académicas de la Universidad de Guadalajara

Fotografía: Cortesía de Miroslava Juárez Ortega

Azucena Heredia

Miroslava Juárez Ortega, originaria de Ciudad Guzmán, cursa actualmente el octavo semestre de la licenciatura en Trabajo Social en el CUSur. Como muchos otros estudiantes universitarios, siempre tuvo en mente realizar una movilidad académica durante su vida estudiantil, en su caso fue a la Universidad de Concepción, en Chile. “Justo cuando me entró la inquietud en 6to semestre, me acerqué a la unidad de becas y ahí me dijeron que era el semestre perfecto porque si me esperaba uno más ya no iba a poder hacerlo, entonces no lo pensé e hice el trámite”.

A pesar de siempre estar en sus planes, había pospuesto dar ese paso y atreverse a realizar una movilidad académica en el extranjero, motivada por una compañera española que se encontraba realizando su intercambio en el CUSur, Miroslava se acercó a las oficinas de becas e intercambios con la maestra Rocío para iniciar el largo pero gratificante proceso. “Yo me fui por el programa de PEA, es un proceso largo, pero yo digo que es fácil, son muchos pasos los que tienes que seguir, apegarse a la convocatoria y al final, esperar, esperar el resultado de si te aceptaron o no en la universidad de tu elección”.

Al empezar esa aventura, no imaginó que lo más fácil sería todo el camino previo. No es fácil enfrentarse a estar sola en un país extranjero, aunque haya sido una decisión bien meditada, los miedos e incertidumbres siempre van a estar ahí, tomar por primera vez un vuelo internacional, las largas escalas, llegar con señas al lugar que será su hogar por los siguientes seis meses “yo pienso que el paso más difícil es cuando te aceptan y decir “oh, me voy a ir”, literal ya no hay marcha atrás”.

Uno de los retos que tuvo que afrontar, fue el del lenguaje, si bien compartimos idioma con Chile, el léxico que se utiliza allá es muy distinto, “existe el español y el español chileno” como señaló Juárez. A pesar de eso, utilizó las herramientas necesarias para que no fuera un impedimento a la hora de tomar las clases “yo siempre tenía esa inquietud y preguntaba todo, qué significa esto, qué es esto, esta palabra la puedo utilizar, no la puedo utilizar, mi experiencia fue muy grata porque me encanta participar en clases e igual lo hacía allá, cuando ya terminé el ciclo escolar los profes me mandaron un correo y me dijeron que fue un placer tenerme en sus clases”.

Otra de los retos fue en lo académico, las diferencias entre las instalaciones de los campus, la poca asistencia de los alumnos para las clases: “algo que me llamó la atención y que me encantó fue que la mayoría de mis profesores eran trabajadores sociales especializados en la materia que impartían, acá en CUSur me han tocado excelentes profesores, pero de otros campos, psicología, derecho, etc., esa parte se me hizo interesante, además de que el nivel de exigencia es muy alto, entonces también entiendo porqué Chile tiene un muy buen posicionamiento en lo educativo”.

Salir de casa para vivir solo siempre es difícil, pero lanzarse de una al extranjero lo hace una experiencia diferente, es desafiante vencer los retos, la soledad, la dependencia a los padres, las ansiedades, pero también se vuelve más placentero una vez que pasas el tiempo de adaptación, Miroslava cuenta que las personas con las que tuvo la fortuna de cruzarse fueron muy cálidas, desde la familia chilena con la que vivió en ese tiempo, sus compañeros de la U y las personas que conoció en los viajes que pudo realizar a otras partes de Chile “yo nunca había sido foránea, soy de Ciudad Guzmán, siempre estuve con mi familia, entonces lo disfruté mucho, liberarte un poco de esa carga de estar siempre dependiendo de nuestra familia. Creces demasiado, es toda esta parte de retarte a ser adulto y no estar dependiendo de nadie, me gustó mucho la experiencia de vivir sola, porque conocí otra parte mía que nunca había experimentado”.

Esta andanza trajo consigo una nueva forma de ver las cosas, la motivó a estar con la mente abierta a cualquier posibilidad, a enfocarse en lo que ella quiere, disfrutar de sí misma, de conocerse y estar sola. Ser sociable y mantener las ganas de conocer y explorar fue lo que hizo esta aventura más disfrutable. Finalmente, Miroslava señala: “Yo le aconsejo al que se quiera ir que se atreva, que no tenga miedo, que no desconfíe, si siente miedo que aun así haga las cosas”.

azucena.heredia3380@alumnos.udg.mx