Año 16, Número 215.

En esta novela de Rodríguez Galván destacan la verosimilitud y el lenguaje sencillo

Imagen: Círculo de poesía

Francisco Javier Uribe Torres

En 1836 se publica La hija del oidor, una de las primeras novelas cortas publicadas por un mexicano, de carácter romántico, es decir, lúgubre y obscuro. La obra se sitúa en México, en 1809, bajo el virreinato del arzobispo Lizana. Su autor, Ignacio Rodríguez Galván nace el 22 de marzo de 1816 en Tizayuca, Hidalgo. Es el primer romántico y escritor de novela corta en México. Con sólo 26 años logró incursionar en la historia de la literatura mexicana. De origen humilde y campesino, Ignacio logró trabajar en algunos de los periódicos más representativos e importantes del país en aquella época, no sólo publicando, sino también editándolos, además, fue fundador del periódico Año Nuevo, importante medio impreso en el cual los integrantes de la academia de Letrán publicaban sus textos.

En la historia que nos cuenta esta novela corta encontramos tres personajes fundamentales: el oidor, su hija (Juanita) y El Brujo. Como su título lo dice, el texto trata sobre la hija de un oidor y la infidelidad que hace a su padre y a su difunta madre, a quien se encomienda con frecuencia. Recordemos que en aquella época el honor de la familia era un valor muy frágil, que de ser roto tendría un gran peso sobre aquellos futuros parientes.

Como es propio de los escenarios románticos, el oidor y su hija van por las oscuras calles de la ciudad y un joven indistinguible le grita obscenidades al oidor, que al ejercer un cargo político es una persona a la vista de varios y al agrado de pocos. Éstos dos huyen del lugar y conversan sobre tres vagos del pueblo, y que tal vez aquel joven era uno de ellos. Días más tarde la dulce Juanita conoce a un joven el cual le cuenta que es el abogado Verdad, respetada personalidad de la comunidad. Le cuenta que hace tiempo se hizo pasar por muerto. Éste fue amigo de su padre y la joven pensaba en el gozo que sentiría cuando supiera que empezaba a tener un amorío con su amado amigo Verdad, además de ver con sus propios ojos que no estaba muerto.

Juanita y el presunto abogado deciden escaparse para tener una vida juntos lejos del bullicio y la falsa sociedad. Es así como acuerdan que al caer la noche él irá por ella a su casa, para poder huir juntos. La luna se deja ver y el joven salta una de las paredes exteriores de la casa, la muchedumbre del oidor se da cuenta y van tras él. Llega el oidor y el joven saca una navaja para defenderse ante cualquier ataque. La gente en la casa asume que es un ladrón. El joven nada contra la corriente para no meter en aprietos a su amada, pero ella sale en su defensa y le explica a su padre que él no es ningún vago, que es un hombre decente, que es el abogado Verdad, a quien todos creían muerto y de quien ahora espera un hijo. El joven, tirado en el suelo, levanta el rostro y todos se dan cuenta de que en realidad es El Brujo. El oidor, rabioso, toma la navaja del amado y se la entierra en el pecho a su hija, maldiciendo a ella y a la criatura que tiene dentro: “El infierno se abre para recibirte”.

En el texto contamos con un narrador omnisciente, pues sabe de antemano todas las cosas que pasan en el texto. Algunas de las mayores fortalezas de éste son la verosimilitud y el lenguaje que maneja, pues al tener un vocabulario menos formal, la mayoría de la gente conecta con lo que el autor cuenta. Este impactante texto, además de los otros escritos por Ignacio Rodríguez Galván, fueron originales en su momento, pues al ser el primer escritor romántico en México las temáticas que tocaba no eran algo que la mayoría de las personas conocían, además, estos textos eran de fácil acceso al público en general, puesto que la academia de Letrán, institución a la que el autor pertenecía tenía ese fin, que la literatura pudiera llegar a más manos lectoras. La obra se lee verdaderamente rápido y cada momento es disfrutable, el texto de Rodríguez Galván es fácil de digerir, además de que a pesar de que han pasado muchos años de esta publicación tiene una temática totalmente vigente hasta nuestros días.