Año 16, Número 217.

Fulgrim: visiones de una traición, es una novela de Warhammer 40,000, de la serie “La herejía de Horus”, escrita por el autor escocés Graham Mcneill

Imagen: www.deviantart.com

Omar Gabriel López Delgado

“Lo que nos supone una prueba también nos supondrá triunfos, y lo que nos duele en el corazón será lo que nos llenará de alegría al alma, ya que la única y verdadera felicidad es aprender, mejorar y perfeccionarse. Nada de esto sería posible si no elimináramos el error, la ignorancia y la imperfección. Debemos pasar por la oscuridad para llegar hasta la luz.” Así es como comienza una obra que ha pasado desapercibida por su poca popularización, pero aquellos que la conozcan seguramente la han disfrutado como yo. Me refiero a Fulgrim: visiones de una traición, una novela de Warhammer 40,000, de la serie “La herejía de Horus” escrita por el autor escocés Graham Mcneill. Fulgrim es una historia de ambición, búsqueda del goce personal y la “caída” de un ser perfecto en un contexto futurista y distópico. Pero sobre todo, su interpretación del Epicureísmo es lo que vuelve a esta obra especial.

La historia es protagonizada por Fulgrim “el fénix”, un primarca del emperador, un hijo suyo en pocas palabras. A la vez, este personaje dirige la tercera legión de super soldados llamados “Marines espaciales” conocidos como “Los hijos del emperador”. En la introducción podemos ver a Fulgrim y sus soldados obsesionados en buscar la perfección a toda costa, ya que así creen que podrán llegar a ser igual que el emperador. Gracias a esto podemos mirar en la introducción de la novela su modus operandi: todas sus estrategias están fríamente meditadas y cualquier error se considera una imperfección. Sin embargo, los personajes de esta obra no se darán cuenta hasta que caigan en la tragedia. Además de la legión de Fulgrim, hay otros tripulantes no militares como poetas, músicos y diferentes artistas que pueblan la nave insignia del primarca con el propósito de embellecer las campañas y victorias del fénix. Y es aquí donde podemos ver algunos planteamientos relacionados a la filosofía de Epicuro: la búsqueda del goce.

También debo añadir que la participación de los tripulantes es crucial, debido a que los objetivos de la mayoría es ganarse el favor del primarca y asegurar mayores beneficios, un aspecto del filósofo Epicuro que es mencionado en una de sus capitales máximas:

“La solución más sencilla para lograr la seguridad frente a los hombres, que hasta cierto punto depende de una capacidad eliminatoria, es la seguridad que proporciona la tranquilidad y aislamiento del mundo”.

A mediados del desarrollo de la novela, los valores perfectos de Fulgrim comienzan a corromperse. Esa búsqueda de la perfección se convierte en algo más turbio al encontrar un arma desconocida que hace revelar la verdadera naturaleza de su portador, tal y como se muestra en este fragmento en donde el personaje de Fulgrim siente una presencia que le incita actuar en contra de sus valores:

“<<No, tu hiciste todo lo que pudiste para controlar su rabia.>> <<Su impetuosidad será la causa de su perdición>> “Fulgrim sintió un escalofrío recorriéndole el espinazo cuando ese pensamiento, sin duda surgido de los más siniestros recovecos de su ser, surgió en su cabeza.

Aquí podemos mirar cómo esta “consciencia” va manipulando a Fulgrim en contra de Ferrus Manus, uno de sus hermanos. Fulgrim comenzará a sentir envidia hacia los demás por lograr ciertas hazañas antes que él, algo de lo que Epicuro habla en un pequeño fragmento: “No se debe envidiar a nadie, pues los buenos no son merecedores de envidia y los malos, cuanta más suerte tienen, tanto más se pierden”. Detalle que los personajes secundarios notan cuando el sentimiento de Fulgrim se vuelve más evidente, tal y como lo dice este diálogo entre Ferrus Manus y uno de sus capitanes:

Ferrus Manus estaba de pie a su lado, con un aspecto magnífico gracias a la armadura de combate de color negro y a la capa de cota de malla que relucía como plata forjada. La alta gorguera de hierro oscuro le tapaba la parte inferior de la cara, pero Santar conocía lo suficiente a su primarca como para saber que estaba sonriendo ante la perspectiva de reunirse de nuevo con su hermano.

—Me llenará de orgullo ver a Fulgrim de nuevo, Santar —le comentó Ferrus.

Santar se arriesgó a mirar de reojo al primarca de la X Legión, ya que había captado una nota de preocupación en el tono de voz de su señor y que reflejaba la que él mismo sentía.

—¿Mi señor? —se atrevió a preguntar—. ¿Ocurre algo malo?

Ferrus Manus volvió los ojos de mirada dura como el pedernal hacia Santar.

—No, no exactamente, pero tú estabas allí cuando nos separamos de los Hijos del Emperador después de la victoria sobre la Diasporex. Sabes que los guerreros de nuestras legiones no se despidieron como deberían hacerlo unos hermanos de guerra.

Como verán, los pensamientos de Epicuro en esta novela son corrompidos, y sus pensamientos más conocidos se encuentran vigentes en la novela. Epicuro no es mencionado en la novela directamente, pero cuenta con un equivalente llamado Cornelius Blayke. Al igual que el poeta griego este personaje promulgará un pensamiento similar acerca de los dolores temporales y una búsqueda del placer para encontrar la perfección:

Julius había leído mucha poesía de Blayke, y aunque no era un erudito, hasta él sabía que buena parte de sus poemas no poseían ni una trama, ni una rima ni una métrica claras. Lo que para Julius sí que tenía sentido era la creencia de Blayke en la futilidad de negar cualquier deseo, por extravagante que fuera. Una de sus revelaciones principales había sido llegar a la comprensión de que el poder de la experiencia sensual era necesario para la creatividad y el progreso espiritual. No había que negarse a ninguna experiencia, ni se debía de reprimir pasión alguna, no había que darle la espalda a ningún horror y tampoco había dejar ningún vicio sin explorar. Sin esas experiencias, no había forma de avanzar hacia la perfección.

Fulgrim a estas alturas rechaza los gozos que le proveen los valores imperiales y de la perfección a cambio de una búsqueda de un gozo que no le beneficiará ni a él ni a los demás. Si bien, esto se convierte en un hedonismo obsesivo, esto se aleja del hedonismo descrito por el filósofo griego. El pensamiento de Epicuro se sustituye por el mito de Ícaro y Dédalo ¿En qué? Se preguntarán; en qué tanto Fulgrim e Ícaro caerán de un momento a otro, tal y como lo describe Ovidio en su obra El arte de amar:

Cuando el muchacho, audaz en demasía como era propio de sus años incautos, torció su ruta hacia mayor altura y abandonó a su padre. Las ataduras se aflojan y la cera se derrite por la proximidad del sol, y sus brazos al moverse no pueden ya retener los vientos livianos. Aterrorizado lanzó una mirada a los mares desde lo más alto del cielo: la noche que brotó de su pávido espanto se les vino a los ojos. ¡Se había fundido la cera! Agita él sus brazos desnudos y tiembla, y no tiene con qué sostenerse. Cayó y dijo en su caída: «¡Padre! ¡Oh padre! ¡Alguien me arrastra!» Las verdes aguas cerraron la boca al que estaba hablando. Por su parte el desdichado padre, que ya no era padre, «¡Ícaro!», grita llamándolo, «¡Ícaro!», lo llama a gritos, «¿dónde estás? ¿Y por qué zona del cielo vuelas?», «¡Ícaro!», a gritos lo llamaba, y vio las plumas sobre las aguas.

Volviendo a los tripulantes, el punto de quiebre hacia la locura es en el pasaje del concierto. La lectura se torna tan turbia y caótica que hasta el propio lector se siente incómodo hacia lo que pasa en ese momento. Los soldados de Fulgrim caen en un completo éxtasis que comienzan a matarse y cometer actos tan horribles que no se pueden describir.

En un intento de engrosar las filas rebeldes, Fulgrim intenta en vano convencer a su hermano Ferrus Manus, sin embargo, éste lo rechaza rotundamente y comienzan a pelear. Fulgrim sin un rumbo aparente, una persona consumida por la ambición, la búsqueda del goce y la perfección, comete el mismo error que Ícaro al volar cerca del sol: la confianza excesiva. En este punto la humanidad de Fulgrim pende de un hilo, aunque ya es demasiado tarde por todas las horribles acciones cometió. Todos sus sentimientos irán acumulándose hasta llegar al clímax final: la masacre de Itsvaan V.

El clímax final es intenso y lleno de acción bélica, al más puro estilo de “Rescatando al soldado Ryan” y la mayor pelea entre ambos hermanos se da en este escenario tan hórrido.

“Ningún gozo es malo en sí mismo, pero los actos causantes de determinados gozos conllevan muchos más dolores que gozos”. Este pensamiento de Epicuro es el más acertado para resumir todo el clímax de la novela. Un hombre que quiso buscar la perfección por medio del goce y que por culpa de los excesos incontrolados encontrará su propia ruina.

Fulgrim: visiones de una traición es una de las pocas obras actuales de ciencia ficción del que se maneja impecablemente el tema de la ambición y también da ejemplos de cuando el goce desmedido puede llegar a ser peligroso. Además, el Epicureísmo tiene un punto importante de manera metafórica y literal en la trama, donde vemos al personaje más “puro” caer en la completa ruina tanto física como mental.

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