Año 18, número 274.

Imagen: Jacqueline Contreras

Enterrado vivo en un infinito dédalo de espejos, me oigo, me sigo, me busco en el liso muro del silencio.

Pero no me encuentro.

Palpo, escucho, miro por todos los ecos de este laberinto, un acento mío está pretendiendo llegar a mi oído…

Pero no lo advierto.

Alguien está preso aquí, en este frío lúcido recinto, dédalo de espejos… Alguien, al que imito. Si se va, me alejo. Si regresa, vuelvo. Si se duerme, sueño. «¿Eres tú?» me digo…

Pero no contesto. 

Perseguido, herido por el mismo acento -que no se si es míocontra el eco mismo del mismo recuerdo, en este infinito dédalo de espejos enterrado vivo.


Jaime Mario Torres Bodet nació el 17 de abril de 1902 en la Ciudad de México y falleció el 13 de mayo de 1974. Fue una de las figuras más influyentes de la cultura, la diplomacia y la educación en México durante el siglo XX. Su legado abarca la poesía, la gestión educativa, la política cultural y la diplomacia internacional.

Desde joven, Torres Bodet mostró una gran inclinación por la literatura. Participó activamente en el movimiento literario Los Contemporáneos, al lado de escritores como Xavier Villaurrutia y Salvador Novo, con quienes compartía una visión moderna del arte y la literatura. Publicó obras de poesía, ensayo y narrativa, entre las que destacan Biombo, La educación que necesitamos y Memorias.

En el ámbito público, su carrera fue igualmente destacada. Ocupó varios cargos diplomáticos y fue representante de México en países como Francia, Suiza y Argentina. Sin embargo, su mayor impacto se dio en el campo de la educación. Fue dos veces Secretario de Educación Pública (1943–1946 y 1958–1964), y desde ese cargo impulsó una profunda reforma educativa. Promovió la expansión del sistema educativo mexicano, la edición de libros de texto gratuitos y el fortalecimiento del sistema de enseñanza secundaria y normalista.

A nivel internacional, fue director general de la UNESCO entre 1948 y 1952, convirtiéndose en uno de los primeros latinoamericanos en encabezar un organismo de tal magnitud. Durante su gestión, defendió los valores de la paz, la cooperación internacional y la educación como instrumentos fundamentales para el desarrollo humano.

Torres Bodet fue también un firme defensor de la cultura como pilar del desarrollo nacional. Su visión humanista lo llevó a pensar la educación no solo como instrucción técnica, sino como una herramienta para formar ciudadanos críticos y responsables.

Tras su retiro de la vida pública, se dedicó a escribir sus memorias. Falleció en 1974, dejando una huella imborrable en la historia de México. Su vida y obra siguen siendo referentes clave del pensamiento educativo y cultural del país.